Niños en el campo de batalla del divorcio y la separación

Cuando el divorcio no se gestiona de un modo sano, van cogiendo protagonismo las emociones desagradables como son la ira, la rabia, los celos, la envidia, el odio, la frustración… Todo ello salpica también a la relación con los hijos, a quienes se les empieza a introducir en el campo de batalla en contra del otro progenitor, viéndose los hijos implicados en conflictos de lealtades, conflictos inter-parentales, batallas por la custodia, batallas por la inflexibilidad en cuanto al convenio, intercambios dolorosos…

Todo ello indudablemente afecta al desarrollo emocional de los menores, pudiendo aparecer en ellos sintomatología ansioso-depresiva, retraimiento, culpa, vergüenza, dolor, incomprensión, impotencia, problemas de autoestima, conductas agresivas, problemas de alcohol, problemas de alimentación, dificultad para concentrarse, autólisis, dificultades para conciliar el sueño, pesadillas, impulsividad….

No es el divorcio en sí lo que causa esta sintomatología, sino la mala gestión emocional de uno o ambos progenitores.

En el momento en que dices “no quiero hablar con la otra parte”, estás negando al otro/a, estás diciendo, “no quiero saber de él/ella”, estás quitándote tu responsabilidad parental de comunicarte con el otro. En estos casos no existe consciencia de que tus hijos/as son el resultado del encuentro con esa persona que ahora estás negando. Si tú no hubieras conocido a ese hombre/mujer, hubieras conocido a otro/a, hubieras tenido hijos/as, pero no serían éstos que tanto amas y que son el regalo de tu vida, serían otros.

Cada vez que tú miras mal al otro/a, sin querer, estás mirando mal la parte de tu hijo/a que es del otro/a. Esto produce que los niños/as, delante de mamá/papá, no van a poder mostrarse completos, porque intentarán esconder, para no herirte, la parte que los niños/as imaginan que es del otro. Delante de mamá intentaran no mostrar lo que viene de papá, y delante de papá intentaran no mostrar lo que viene de mamá. Y delante de las dos personas más importantes de su vida, no podrán mostrarse completos. Niños que están en todo momento midiendo lo que hacen o dicen, con lo cual se acaba la espontaneidad, la vitalidad y la tranquilidad de poder ser quién se es. Cuando los hijos/as se tienen que ocupar de los asuntos de los progenitores, no se pueden ocupar de sus propios asuntos y crecimiento.

Cuando la persona toma consciencia de esta gravedad, es cuando se plantea modificar la manera de relacionarse con la otra parte, asumiendo la responsabilidad parental de que ese hombre o esa mujer es y será el padre/madre de mis hijos/as, y por ello formará parte de mi vida para siempre.