TERAPIA FAMILIAR
La gran mayoría de los problemas de comportamiento que vemos en adolescentes tienen su origen en una niñez en donde los límites de la educación, la gestión emocional, y el tiempo de calidad resultó insuficientes.
Los niños y las niñas, desde bien pequeños, deben aceptar lo que significa un “no”, tiene que saber asumir frustraciones sin reconvertirlas en violencia o agresividad. El criterio de los padres ha de ser más fuerte que el impulso del niño o la niña, es decir, el enfado es aceptable, no así la agresión. No son los hijos e hijas quienes han de moldear a los padres, sino al contrario.
¿Cómo van a aprender en la adolescencia a controlar los impulsos si de niño/a era el rey/reina de la casa al que se le concedía prácticamente todo lo que pedía? Se trata de niños y niñas que van creciendo sin conocer lo que es la frustración, y por ello, cuando aparece esta emoción, no saben manejarla.
Las peticiones habituales que se reciben en consulta en cuanto a pautas familiares están relacionadas con dificultad para establecer y mantener pautas psicoeducativas, establecimiento de normas y límites, adquisición de responsabilidades en los jóvenes, comportamientos difíciles en etapa adolescente, comportamientos fuera de la norma, trastornos de conducta…
La mayoría de las ocasiones trabajamos en consulta con adolescentes que se sienten incomprendidos. Fruto de esta incomprensión, van generando comportamientos disfuncionales. La dureza emocional va creciendo, consolidándose la tiranía si no se le pone límites. Así con 8-10 años comienzan a presentar comportamientos disruptivos: Les cuesta seguir normas, no cumplen con las obligaciones, no aceptan los límites, tienen rabietas, golpean, hacen uso y abuso de las nuevas tecnologías y presentan dificultad para regular su comportamiento. A partir de los 12 años se inician en el consumo de tabaco, porros y alcohol, quieren salir con sus amigos a diario, tienen una actitud pasiva e indiferente ante el estudio, así como difícilmente participan en tareas del hogar.
Todo este cóctel genera malestar tanto en los chicos y chicas como en los familiares, padres y madres que no saben cómo gestionar la situación.
Comprender al adolescente es imprescindible para poder ayudarle. Comprender no es justificar. Hay que atender y conectar con su sufrimiento para poder avanzar. Más allá de lo que hace es importante identificar qué le pasa y para qué hace lo que hace.
Cuanto antes se detecte un comportamiento disfuncional, más fácil será la gestión de la situación: comprensión del origen del conflicto, realizar el trabajo terapéutico, enseñar a educar, enseñar el respeto, gestión emocional, manejo de la frustración, empatía, técnicas de autocontrol, solución del conflicto, etc.