Terapia para afrontar el divorcio

El divorcio de los progenitores es una de las situaciones más difíciles que puede vivir una familia. Todos los miembros se ven afectados por la ruptura y deben aprender a vivir de otra manera distinta a como vivían antes. El divorcio genera estrés, tanto en los progenitores como en los hijos/as y obliga a enfrentarse a situaciones nuevas y desconocidas.

En el momento en que llega la separación, las relaciones se transforman, adaptándose el sistema familiar a las circunstancias vitales, redefiniendo los términos de la relación, en base a que la relación parental va a continuar existiendo durante toda la vida de los hijos/as en común.

La adaptación al divorcio comienza por la elaboración del duelo junto con la readaptación a las nuevas circunstancias vitales. Este duelo va atravesando diferentes fases y requiere tiempo, como mínimo un año o más. Durante ese tiempo se va trabajando la ira, la culpa y todas las emociones negativas que vayan surgiendo, desarrollando nuevos roles y responsabilidades y modificando la relación con la ex-pareja. El precio del dolor no gestionado es muy alto, no solamente para ti, sino también para tus hijos/as. Cuando se habla desde la herida se hace de manera impulsiva, juzgando, recriminando, criticando, y reprochando. Hay que trabajar esas heridas para permitirles una buena cicatrización. Debe de ser paciente y generoso, consigo mismo y con el/la otro/a, permitiéndose el tiempo necesario para integrar, asumir y transformar lo que hubo.

Para los hijos/as, la ruptura entre sus progenitores y con ello el cambio de la que hasta ese momento era su estructura familiar, puede afectar a su identidad personal, a su evolución y a su desarrollo, siendo lo prioritario ofrecerles estabilidad y seguridad, mantener una comunicación respetuosa sobre el progenitor contrario, ofrecerles espacios para hablar de los cambios que están aconteciendo y de cómo lo están vivenciando, priorizar el reconocimiento de los sentimientos que surjan y su adecuada expresión y gestión, así como permitirles expresar todas sus dudas e inquietudes contestando a todas y cada una de las preguntas que formulen. Algunas preguntas pueden requerir una respuesta elaborada que no se puede ofrecer en ese mismo momento, pero sí, en un momento posterior, sin llegar a olvidarla. Hay que tener muy presente que cada pregunta sin responder, ellos mismos inventarán su propia respuesta.

El mayor perjuicio para los menores viene determinado por:

  • Grado de conflicto entre los progenitores.
  • Alejamiento de uno de de sus progenitores.
  • Debilitamiento o ruptura de los vínculos de apego.
  • Cambio en las rutinas.

Por todo ello, resulta imprescindible transitar esta etapa de la mano de profesionales, quienes te guiarán, acompañarán y ofrecerán recursos para facilitar la adaptación a los cambios que acontezcan, así como te facilitaran la toma de decisiones en todos los aspectos relacionados con la nueva dinámica familiar (guarda y custodia, régimen de visitas, flexibilidad en el régimen de visitas, organización vacaciones/festivos, domicilio familiar, casa nido, horario de comunicación con el progenitor ausente, actividades extraescolares, comunión si – comunión no, elección centro escolar, gastos extraordinarios, horarios laborales de cada uno de los progenitores…).

La separación es un proceso, no un acto.

Date tiempo para redefinir el presente y futuro para lograr acuerdos sostenibles. Déjate guiar por psicólogos especialistas en familia.